El calor es el principal protagonista, la brisa no esta de guardia, murmullos en seco van y vienen. Yo, desesperado por algo de tomar que me refresque, no solo la garganta si no el pensamiento nublado por tan pocas horas de sueño. Me desabrocho el tercer botón de la camisa para liberar un poco de ese vapor que ciñe el lino a mi cuerpo, pero nada, me siento igual: Incomodo.
La fiesta transcurre sin novedad: fotos en exceso, risas, tragos, música de fondo, conversaciones inconclusas... Y allí sigo sentado, sin moverme mucho, para la mirada de muchos con una actitud antisocial, pero es que el calor me amarga y a esto se le une la necesidad insolente de olvidar. Los tragos no son suficientes, pasan como agua, per este día no hay una buena conexión, no existe esa clásica empatía entre mi cerebro y mi hígado, pero yo sigo en busca de esa forzada reconciliación para que mi cerebro termine de ceder para no pensar.
Una vez más me paro, con la excusa de rellenar mi trago, todos se dan cuenta que esta casi lleno, pero no me importa quiero caminar. Llegando a la barra mis sentidos captan algo, me detengo y miro hacia los lados, visualizo y olfateo y me doy cuenta que hay una particular fragancia en el ambiente que me evoca recuerdos: Un perfume femenino. Por mi mente se cruzan y chocan un montón de recuerdos, de situaciones de momentos. Ese agradable olor que no he olvidado a pesar de la ausencia, reaparece en mi vida, ese olor que estuvo ceñido al cinturón de seguridad de mi carro por tan poco tiempo se tropieza conmigo y me abstrae. por dentro sonrío y recuerdo... y me doy cuenta que el calor ya no me agobia, y me olvidar se transforma en un breve recordar.
Ese perfume, ese aroma, ese ser que lo impregno en mi vida se hace presente en los recuerdos una vez más... Ese día comprendí a "Jean-Baptiste Grenouille" y a su afán descontrolado por los aromas plasmado en la novela de Patrick Suskind El Perfume, solo que esa noche no estrangulé a nadie... solo recordé y disfruté.
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