Hay canciones que tienen ese extraño poder encarcelador y cancerbero que te transportan de inmediato a un mundo de recuerdos, sueños y delirios, y que te atan de pies a cabeza con los sentimientos desquiciantes de la introspección y el pretérito: factores que unidos por la carga afectiva de una canción pueden desbaratar al más blindado de los mortales... Está es una de ellas, de las tantas, pero está de moda en mi Ipod y en mi cabeza.
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